VUELVES A MI, DOLOR
Vuelves a mí, dolor.
Dime, ¿por qué no te vas de una vez para siempre?
¿Qué hay en mí que te hace tan feliz?
¿A que sabe mi alma que disfrutas devorándola?
¿Por qué tus golpes son como agujas en el corazón?
Dímelo de una vez, ¿acaso no piensas renunciar a mi?
¿Acaso no han sido suficientes los pedazos que has devorado de mi vida?
Parece que mi sangre te estimula.
Parece que mi sufrimiento te sosiega.
Parece que mis lágrimas te confortan.
Vuelves a mi dolor,
Y esta vez no sé si pueda soportar.
Ya te siento de nuevo en mi alma.
Siento la agonía que producen tus lacerantes colmillos de tristeza,
Siento que vienes con más ímpetu, con más hambre.
Más ímpetu que aquella vez que mis venas lloraron sus rojas lagrimas,
Más hambre que cuando devoraste mi alma al punto de hacerme sentir vacio.
Vuelves a mí, dolor,
y aunque no lo creas, esperaba que regresaras.
No lo deseaba, solo sabía que ibas a volver.
No quiero que regreses, pero vuelves a lastimarme,
y te quedas hasta que en mi no quede rastro de humanidad.
Habitas en mí hasta que mis lágrimas forman un mar de soledad.
Y luego te vas, y me dejas en agonía eterna.
Eres como aquel águila que devora a Prometeo en el Cáucaso.
y cuando te marchas, mi vana esperanza resurge.
Vuelves a mí, dolor,
Pero esta vez deseo que te quedes.
Habita en mí hasta devorarme completamente.
No quiero que te vayas hasta que el frio soplo de la eterna paz me toque.
No me abandones, si es que vas a volver de nuevo.
Mejor, acaba de devorar mis sentimientos.
Que no quede nada en mí que permita retornar la desesperante esperanza,
esperanza de un imposible sueño.
Quiero que esta sea la última vez que habites en mí.
Quédate, si es que vas a volver, y ayúdame a liberarme,
dame fuerzas para ayudar a Átropos a cortar el débil hilo que sujeta mi vida,
O vete, y nunca más regreses a lastimarme.
MARINO LONDOÑO